Lo que necesitaba, en realidad, era el cinturón de vuelo.
Sacó de su pecho un diminuto cinturón.
Poco después apareció el comisario ajustándose el cinturón.
Del cinturón colgaban el cuchillo y la cuchara para el trabajo de la tienda, amén de un puñal para la propia defensa, lo cual era muy necesario en aquellos tiempos.
Estropeado definitivamente su cinturón volador, tenía motivos para temer la altura.